Estudio de los Escritos Bahá’ís sobre Economía (Tercera Parte)

Al principio, debe mencionarse que, en aras de la simplicidad, estudiaremos brevemente estos Escritos bahá’ís sobre economía sin profundizar demasiado en su importancia e implicaciones. Se pueden escribir volúmenes en cada uno de estos Escritos y cada uno podría ser objeto de una inmensa investigación. A medida que pase el tiempo nos daremos cuenta de su importancia y de cómo pueden y nos llevarán hacia un sistema económico totalmente diferente. Los economistas del futuro escribirán libros sobre cómo estos Escritos Sagrados cambiaron nuestras vidas espirituales, sociales y económicas. Por lo tanto, tenga en cuenta que la simplicidad del lenguaje y mis débiles intentos de compartir mi comprensión sobre los mismos, no les hace justicia. Hay muchos Escritos que podrían mencionarse aquí, pero elegí a propósito estos porque cubren muchas áreas relacionadas a la economía.

 

LA NATURALEZA DEL PROBLEMA ECONÓMICO 

“Aunque la sociedad es una sola familia, sin embargo, debido a la falta de relaciones armoniosas, algunos miembros están sobrados y otros se hallan en penosa miseria; algunos miembros están satisfechos y otros hambrientos; algunos miembros se ponen ropa muy cos­tosa, mientras otras familias no tienen comida ni cobijo. ¿Por qué? Porque esta familia carece de la reciprocidad y simetría  necesarias.  Esta  casa  no  está  bien  ordenada. Esta casa no vive bajo una ley perfecta. Todas las leyes que están vigentes no aseguran la felicidad ni proveen el bienestar”.  – Abdu’l-Bahá, Foundation of World Unity, p.38

“Los planes económicos de reconstrucción han sido cuidadosamente concebidos y meticulosamente ejecuta­dos. Aun así, tras una crisis viene otra, y la rapidez con que un mundo peligrosamente inestable se deteriora se ha acelerado correspondientemente. Un profundo abis­mo amenaza con envolver en un desastre común tanto a las naciones satisfechas como a las insatisfechas, a las democracias ya las dictaduras, a los capitalistas ya los obreros, a europeos y asiáticos, a judíos y gentiles, a los blancos ya los de color.”– Shoghi Effendi, The World Order of Bahá’u’lláh, p.190

La incapacidad del hombre para ver que nosotros, como miembros de la raza humana, somos familia, la dependencia de su intelecto y su desprecio por las leyes morales/espirituales que deben gobernar la vida, nos han llevado a este estado de crisis. El hombre no ha entendido que el bienestar de todos depende de su bienestar y su bienestar depende del bienestar de todos. Esta tendencia egoísta de cada hombre vela por sí mismo ha creado los problemas que tenemos en este momento. No importa cuántas leyes hagamos, siempre y cuando la naturaleza inferior del hombre no esté controlada, habrá caos.

Lo que el hombre necesita es entender que otros seres humanos son parte de él. La humanidad se puede comparar con el cuerpo humano. Así como el cuerpo humano está conectado y lo que le sucede a una parte del cuerpo afecta al resto, tampoco podemos ignorar una parte de la humanidad porque afecta al resto. Hubo un tiempo en que la gente no pensaba más allá de su propio patio bienestar. Pero con el desarrollo de la tecnología y la llegada de la era de la información, nuestro patio trasero se ha extendido a todo el mundo y a toda la humanidad. No podemos ser indiferentes e ignorar lo que está sucediendo en otras partes del mundo porque directa o indirectamente nuestras vidas se ven afectadas. Un ejemplo serían los mercados bursátiles en diferentes partes del mundo. Si el mercado de valores en China cambia, el mercado de valores en Nueva York también cambia. Por lo tanto, debemos reconocer que todos estamos juntos y necesitamos ayudarnos mutuamente para tener una mejor vida espiritual y material.

 

EL COSTO ECONÓMICO DE LA GUERRA

 “El pretexto es la paz, mientras dia y noche agotan todos los esfuerzos en amontonar más armamentos, y para pagarlos su desdichado pueblo debe sacrificar la mayor parte de lo que consigue ganar con su sudor y fa­tiga. Cuantos millares han dejado sus puestos en las in­dustrias útiles y trabajan duramente día y noche en la producción de armas nuevas y más mortíferas, las cua­les harán derramar la sangre de la raza más copiosa­mente que antes. Cada dia inventan una nueva bomba o explosivo, y luego los gobiernos deben abandonar sus armas obsoletas y comenzar a producir las nuevas, puesto que los viejos armamentos no pueden competir con los nuevos…”  – Abdu’l-Bahá, The Secret of Divine Civilization, p. 61 

“Observad: Si existiera una situación tan feliz,  ningún Gobierno tendría la constante necesidad de acumu­lar armas de guerra, ni se sentiría obligado a producir siempre nuevos armamentos para conquistar a la raza humana. Una fuerza reducida para mantener la seguri­dad interna, la rectificación de los elementos criminales  y perturbadores y la prevención de disturbios locales, sería lo único necesario. De este modo, en primer lugar, la población entera estaría libre de la aplastante carga de los gastos actualmente impuestos para fines milita­res, y, en segundo lugar, una gran cantidad de personas dejaría de dedicar su tiempo la incesante invención de nuevas armas de destrucción…”  – Ibid, p. 65-66

Podemos calcular fácilmente la asignación de un presupuesto nacional para las fuerzas militares y las armas y, al mismo tiempo, calcular el costo de erradicar la malaria, proporcionar agua potable o educar a un niño. Cuando se compara cuánto podría beneficiar el dinero utilizado para la guerra a los enfermos y necesitados, no es difícil entender cuánto hemos desperdiciado y seguimos desperdiciando y qué tan dañino es. Pero las estadísticas no cuentan la imagen de las vidas humanas que se han perdido innecesariamente y el sufrimiento humano experimentado. Este sufrimiento podría haberse evitado y aún podría evitarse. Imagine un mundo en el que sólo hay un ejército para todo el mundo y una fuerza policial para garantizar su seguridad, de modo que los costos se reduzcan y el dinero se canalice a actividades humanitarias.

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