Dejando el Sentimiento de Superioridad y Aceptando la Gratitud

Hoy el mundo vive una gran confusión que ha hecho que la humanidad olvide algunas

valores fundamentales que podrían salvarnos de una gran miseria – y uno de estos valores olvidados es gratitud.

Un sentimiento de superioridad impregna muchas culturas y les impide apreciar los regalos dados a ellos. Tristemente, para muchos ese sentimiento de superioridad ha reemplazado al agradecimiento.

Algunas personas dedican más tiempo demandando cosas y no el suficiente apreciando sus bendiciones por las cosas que tienen. Lamentablemente, el agradecimiento y la gratitud se han convertido en bienes escasos.

Estudios científicos han demostrado repetidamente que la gratitud crea satisfacción, lo que conduce a la paz mental y nos hace apreciar los regalos que nos ha dado el Creador. Dios no quiere nada de nosotros más que nuestro amor y, a cambio, nos proporciona el vasto universo y todo lo que hay en él como nuestro campo para disfrutar.

En una charla que pronunció en la ciudad de Nueva York en 1912, Abdu’l-Bahá nos señaló las cosas cruciales por las que todos deberíamos estar agradecidos:

“¿Os dais cuenta cuánto deberías agradecer a Dios por Sus bendiciones? Si Le agradecieras mil veces con cada hálito no sería suficiente, porque Dios os ha creado y adiestrado. Él os ha protegido de toda aflicción y ha preparado cada regalo y cada dádiva. Considerad qué Padre bondadoso es Él… nos ha dado un padre bueno y una madre compasiva… agua refrescante, suaves brisas y el sol brillando sobre nuestras cabezas. En breve, Él ha suplido todas las necesidades de la vida, aunque nosotros no Le hayamos pedido ninguno de esos grandes dones… Él nos ha creado en este siglo radiante, un siglo añorado y esperado por todas las almas santificadas en los tiempos pasados… Los filósofos de la historia están de acuerdo en que esta centuria es igual a cien de las pasadas centurias. Ello es verdad desde todo punto de vista. Este es el siglo de la ciencia, de las invenciones, de los descubrimientos y de las leyes universales. Este es el siglo de la revelación de los misterios de Dios… Por ello debéis darle gracias y glorificar a Dios por haber nacido en esta época. Además, habéis escuchado el llamado de Bahá’u’lláh… Vosotros estabais dormidos; ahora estáis despiertos, vuestros  oídos están atentos; vuestros corazones están informados. Habéis adquirido el amor de Dios. Habéis obtenido el conocimiento de Dios. Ésta es la mayor gracia de Dios.

… Debéis apreciar el valor de esta merced y ocupar vuestro tiempo mencionando y agradeciendo al Verdadero. Debéis vivir en la mayor felicidad. Si alguna dificultad o vicisitud viene a vuestras vidas, si vuestro corazón está deprimido por motivo de salud, dinero o vocación, no permitáis que estas cosas os afecten. Ellas no os deberían causar tristeza, porque Bahá’u’lláh os ha traído la felicidad divina… Dad incesantes gracias a Dios para que las confirmaciones de Dios puedan envolveros.” Abdu’l-Bahá

Como Bahá’í, estoy increíblemente agradecido por los regalos que son los Escritos Bahá’ís que guían a cada bahá’í desde el nacimiento hasta más allá de su existencia física. Incluyen temas como la educación de los niños, la elección del camino espiritual de nuestras vidas y cómo afrontar las pruebas y dificultades que se nos presentan – incluso incluyen cómo ver el viaje al otro mundo y el significado de la muerte. En resumen, los escritos bahá’ís cubren todos los aspectos de la vida humana, brindándonos guía, alegría y esperanza.

Toda esta guía, enviada para nuestro beneficio, puede ayudarnos a aspirar a una comprensión espiritual superior. A cambio, debemos intentar acercarnos a Dios y mostrarle nuestra gratitud. Comprender a Dios y nuestra relación con Él es complejo y nunca llegaremos a conocerlo debido a nuestra capacidad limitada para comprenderlo. Pero afortunadamente, una experiencia personal reciente me ayudó a vislumbrar cuál podría ser mi relación con mi Creador.

Tengo un hermoso jardín, mi más preciado bien material, con una gran variedad de flores y árboles frutales. Las flores atraen pájaros e insectos, y entre ellos hay algunas familias de colibríes que disfrutan de las flores que planté y de los comederos que llené específicamente para ellos. Me sentí feliz de ver que disfrutaban de los comederos, pero el hecho de que pelearan por ellos me entristecía. Deseaba que dejaran de pelear, comenzarán a compartir y vivieran juntos en paz en este hermoso jardín.

A los colibríes les gustaron tanto los comederos que decidieron no migrar. En cambio, se han quedado conmigo durante el invierno durante los últimos años. Mantuve los comederos llenos durante todo el invierno, ya que no hay flores ni otras fuentes de alimento. El invierno pasado fue extremadamente frío, con temperaturas bajo cero. Los comederos se congelaban por la noche, así que tenía que descongelarlos todas las mañanas y volver a sacarlos. Un día, mientras colocaba un comedero para estos pequeños pájaros y observaba su felicidad, me di cuenta de que morirían si no los alimentaba. Entonces me di cuenta de cuánto los amaba y de lo triste que estaría sin ellos.

Cómo deseaba que supieran cuánto los amaba. No se daban cuenta de que su vida estaba en mis manos — o de que me aseguraba de que tuvieran sustento — debido a mi amor por ellos. Nadie me pidió que hiciera eso. En ese momento me di cuenta de que, realmente, esto es lo que Dios desea para nosotros: reconocimiento y gratitud a cambio de Sus regalos.

A diferencia de los colibríes que no tienen idea de los regalos que reciben, espero que reconozcamos el regalo de vida del Creador y Su amor por nosotros. Él nos ha proveído para todas nuestras necesidades. Todo lo que tenemos que hacer es reconocerlos y estar agradecidos por ellos.

Al igual que la humanidad, mis pájaros pelearon todo el verano y dejé de buscar formas de hacer que dejaran de pelear, compartieran los comederos o comieran juntos. Me resigné a su comportamiento territorial agresivo, pero para mi sorpresa, empezaron a comer juntos al final del verano. Me alegré mucho de ver cinco pájaros sentados juntos y alimentándose del mismo pequeño comedero. Su unidad me encantó y tomé una foto de ese momento para poder disfrutarlo en el futuro –  y como prueba de que los humanos podemos hacer lo mismo.

Espero que, como los pájaros en mi jardín, la humanidad deje de luchar y se dé cuenta de la necesidad de la unidad de la humanidad. Nosotros también podemos aprender a unirnos y disfrutar de los regalos del mundo, contar nuestras bendiciones y mostrar nuestra gratitud todos los días.