Necesitamos reemplazar el dinero como una medida de éxito

La humanidad necesita un nuevo criterio para medir los logros: hoy lo cuantificamos con dinero y ganancias materiales, la peor manera de evaluar el éxito real en la vida.

El dinero hoy en día sirve como una manera inadecuada de medir los logros de la vida. ¿Cómo puede una herramienta únicamente materialista emitir un juicio y emitir un veredicto sobre los logros de nuestra vida?

Necesitamos sin lugar a dudas reemplazar el dinero como una medida de éxito con algo más espiritual o humano. Sin embargo, eso implicaría necesariamente una revolución en nuestro actual sistema de valores, en la lucha contra el cáncer del materialismo que ha devorado todo tejido de nuestras vidas y ha puesto en peligro el futuro de la humanidad y el planeta.

Una de las fuerzas motrices más importantes del mundo es y ha sido tradicionalmente el deseo de dinero. Se han batallado tantas guerras por ello, y se han perdido millones de vidas. Ningún aspecto de la vida moderna parece inmune a su hechizo.

En consecuencia, debemos buscar un lugar mejor para invertir el don de la vida dado por Dios con todos nuestros talentos y habilidades. Este don de la vida, destinado a gastarse en la adquisición de cualidades espirituales, el conocimiento y las ciencias y las artes, no se centra en los logros transitorios y los bienes materiales. La vida sirve una causa mucho más alta que el dinero material.

Entonces, ha llegado el momento de tratar de crear y definir un nuevo e integral criterio que cubra todas las áreas de nuestras vidas, reflejando nuestros logros espirituales y humanos junto con los materiales. Este nuevo criterio nos ayudará a comprender y trabajar en todos los aspectos de nuestras vidas, no solo en la prosperidad material. Es ahí donde entonces podemos decidir racionalmente la importancia del dinero o la falta de dinero en nuestras vidas, y en qué medida tenemos que invertir nuestras energías en ello.

Las enseñanzas bahá’ís dicen que no hay nada de malo con el dinero como herramienta, siempre y cuando estemos conscientes de su uso y los peligro en relación con los objetivos totales para nuestras vidas. Se le puede dar valor como una medida siempre que cumpla su propósito:

La riqueza es digna de elogio en máximo grado, si la persona la adquiere por su propio esfuerzo y por la gracia de Dios, mediante el comercio, la agricultura, las artes e industrias, y si es dedicada a propósitos altruistas. Pero, sobre todo, si una persona juiciosa y llena de recursos acomete medidas que redunden en el enriquecimiento universal de las masas del pueblo, no habría empresa mayor que ésta y figuraría a los ojos de Dios como un logro supremo, pues tal benefactor atendería a las necesidades y garantizaría la comodidad y bienestar de una gran multitud. La riqueza es muy encomiable, siempre que toda la población sea rica.Abdu’l-Bahá, El secreto de la civilización divina, p. 24.

Ahora bien, si dejamos de medir nuestros logros a través del dinero, ¿qué debe medir nuestro criterio? Dado que las cualidades espirituales y humanas no siempre son tangibles, quizás podríamos querer cambiar nuestro enfoque hacia las muchas virtudes internas de carácter humano, aceptadas en la mayoría de las religiones y los códigos morales. Éstas son sólo algunos:

Confiabilidad, veracidad, asertividad, cuidado, limpieza, compasión, confianza, consideración, coraje, cortesía, creatividad, desapego, determinación, entusiasmo, excelencia, fidelidad, flexibilidad, perdón, amistad, generosidad, gentileza, servicialidad, honestidad, honor, humildad, idealismo, alegría, justicia, amabilidad, amor, lealtad, misericordia, moderación, modestia, obediencia, orden, paciencia, paz, oración, propósito, fiabilidad, respeto, responsabilidad, reverencia, autodisciplina, servicio, firmeza, tacto, agradecimiento, tolerancia, sinceridad, unidad …

La lista podría seguir y seguir, pero algunas de estas virtudes se han enfatizado en los escritos bahá’ís y de otras religiones: la veracidad y confiabilidad, por nombrar solo dos. Estas cualidades importantes son buenos puntos de partida. Pero primero, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar y aceptar que nuestras cualidades humanas y espirituales son más importantes que nuestras posesiones materiales. Tenemos que expandir nuestras mentes y almas para comprender la importancia de los atributos espirituales y morales sobre los beneficios tangibles, y ese proceso puede comenzar por revisar lo que los escritos bahá’ís tienen que decir sobre estas valiosas cualidades:

La confiabilidad es el más grande portal que conduce a la tranquilidad y seguridad del pueblo. En verdad, la estabilidad de todo asunto ha dependido y depende de ella. Todos los dominios del poder, la grandeza y la riqueza son iluminados por su luz. -Bahá’u’lláh, TB, pág. 40

La veracidad es la base de todas las virtudes humanas. Sin la veracidad, el progreso y el éxito en todos los mundos de Dios son imposibles para cualquier alma. Cuando este santo atributo se establezca en el hombre, todas las cualidades divinas también serán adquiridas. -‘Abdu’l-Bahá, MVB, pág. 85

Si adoptamos la confiabilidad y la veracidad como herramientas de medición moral para reflejar más nuestro progreso espiritual que el dinero, ese nuevo criterio podría convertirse en una fuente de aliento para muchas personas que piensan que han fracasado en la vida. Esto crearía una nueva forma de enriquecerse en un sentido real dejando atrás la carrera de la adquisición material, un paso necesario que conduce a la transformación en una nueva raza de seres humanos más espirituales.

No podemos visualizar fácilmente tal criterio ahora, pero a medida que avancemos espiritualmente, esto se volverá más claro para nosotros. Si la humanidad establece un rumbo más correcto para sobrevivir, debe deshacerse de algunos de los valores y criterios antiguos que ha utilizado para medir su progreso en el pasado. Se deben adoptar nuevas medidas, como encontrar un nuevo criterio para reemplazar el dinero. El dinero ha jugado su parte en el pasado pero, en la actualidad, nos hace un gran daño y se ha convertido en el creador de grandes miserias en todo el mundo. Cuanto antes comencemos con este ajuste, más pronto estaremos listos para preparar al mundo para un verdadero progreso.

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